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Gaspar, Melchor y Baltasar - Tournier Michel - Страница 23


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»Tuve una tregua que aproveche para tratar de resolver la irritante cuestion de la Traconitida y de la Batanea. Estas provincias, situadas al noreste del reino, entre el Libano y el Antilibano, servian de refugio a contrabandistas y a cuadrillas armadas de las que los habitantes de Damasco no dejaban de quejarse. Yo habia llegado a la conclusion de que las expediciones militares no iban a conseguir nada mientras esta region no fuese colonizada por una poblacion sedentaria y laboriosa. Hice instalar en la Batanea a judios de Babilonia. En la Traconitida instale a tres mil idumeos. Para proteger a esos colonos construi una serie de ciudadelas y de pueblos fortificados. Una franquicia de impuestos concedida a los recien llegados provoco una oleada de inmigracion continua. Pronto aquellas tierras baldias se transformaron en campos verdeantes. Las vias de comunicacion entre Arabia y Damasco, Babilonia y Palestina se animaron con todo el beneficio que representan para la Corona los derechos de peaje y de aduana.

»Fue entonces cuando un visitante inesperado e indeseable desperto todos los antiguos demonios de la corte. Euricles, tirano de Esparta, como su padre, debia su fortuna a la ayuda decisiva que habia proporcionado a Octavio en la batalla de Accio. Para agradecerselo, el Emperador le habia concedido la ciudadania romana, y le habia confirmado como soberano de Esparta. Cierta tarde se presento en Jerusalen sonriente, afable, con las manos rebosantes de suntuosos regalos, visiblemente decidido a ser el amigo y el confidente de todos los clanes. A partir de entonces volvieron a encenderse los rescoldos mal apagados de nuestras disputas, porque Euricles se dedicaba a contar a los unos lo que habia oido a los otros, no sin agrandarlo y deformarlo. A Alejandro le recordaba que era el amigo de siempre del rey Arquelao, y por lo canto el equivalente de un padre para el, y se sorprendia de que Alejandro, yerno de un rey y asmoneo por su madre, aceptase la tutela de su hermanastro Antipater, nacido de una plebeya. Luego ponia en guardia a Antipater contra el odio inextinguible que sus hermanastros sentian por el. Por fin me conto un plan que atribuia a Alejandro: hacerme asesinar para mas tarde huir primero al lado de su suegro, en la Capadocia, luego a Roma con objeto de inclinar a Augusto en su favor. Cuando el tirano espartano volvio a embarcar rumbo a la Lacedemonia, entre mil halagos y presentes, toda mi casa hervia como el caldero de una bruja.

»Tuve que decidirme a mandar que interrogasen a Alejandro y a los suyos. ?Ay, los resultados de aquella investigacion fueron abrumadores! Dos oficiales de mi caballeria confesaron estar en posesion de una suma importante que dijeron les habia entregado Alejandro para que me mataran. Se encontro ademas una carta de Alejandro dirigida al gobernador de la fortaleza de Alexandrion, dejando claro que tenia el proposito de ir a ocultarse alli con su hermano despues de haber cometido el crimen. Es cierto que, interrogados separadamente, los dos hermanos reconocieron su proyecto de huida a Roma pasando por la Capadocia, pero negaron constantemente haber tenido la intencion de matarme antes. Sin duda se habian puesto de acuerdo acerca de esta explicacion antes del interrogatorio. Mi hermana Salome acabo de perder a sus sobrinos dandome una carta que habia recibido de Aristobulo. En ella le advertia de que temiese lo peor por mi parte, porque yo la acusaba de traicionar los secretos de la corte comunicandoselos a mi enemigo personal, el rey arabe Silleo, con el que ardia en deseos de casarse.

»Era ya inevitable un proceso por alta traicion. Empece mandando dos mensajeros a Roma. Por el camino se detuvieron en la Capadocia para recoger el testimonio de Arquelao. Este ultimo admitio que esperaba la llegada de su yerno y de Aristobulo, pero que no sabia nada de un viaje ulterior a Roma, y menos aun de un atentado contra mi vida. En cuanto a Augusto, me escribio que en principio era hostil a una sentencia de muerte, pero que me daba plena libertad para juzgar y condenar a los culpables. De todas formas me recomendaba que llevase el proceso fuera de mi reino, por ejemplo a Berito, donde se encontraba una importante colonia romana, y que hiciera declarar a Arquelao. ?Berito? ?Por que no? La idea de alejar el asunto de Jerusalen me parecio juiciosa, debido a las simpatias de que aun gozaban los descendientes de los asmoneos. En cambio, no podia citar como testigo al rey de la Capadocia, gravemente implicado en la conjura.

»El tribunal estaba presidido por los gobernadores Saturnino y Pedanio, a los que yo sabia que Augusto habia enviado instrucciones. Tambien formaban parte de el el procurador Volumnio, mi hermano Peroras, mi hermana Salome, y por fin unos aristocratas sirios que sustituian a Arquelao. Para evitar el escandalo, exclui la presencia de los dos acusados, a los que tenia bien custodiados en Platane, una poblacion del territorio de Sidon.

»Fui el primero en tomar la palabra, exponiendo mi drama de rey traicionado y de padre escarnecido, mis esfuerzos incesantes por poner un poco de cordura en una familia diabolica, las mercedes con que habia colmado a los asmoneos, las ofensas que, en cambio, no habian dejado de infligirme. Todo el mal se debia a su nacimiento, que juzgaban -no sin cierta apariencia razonable- superior al mio. ?Justificaba eso que tuviese que soportar todas sus afrentas? ?Tenia que dejarles conspirar contra la seguridad del reino y contra mi vida? Conclui diciendo que a mi parecer, y segun mi conciencia, Alejandro y Aristobulo merecian la muerte, y que no dudaba de que el tribunal llegaria a la misma conclusion que yo, pero que seria para mi una victoria muy amarga que les condenasen, puesto que eran mi propia descendencia.

«Saturnino no tardo en pronunciarse. Condenaba a los jovenes, pero no a muerte, pues era padre de tres hijos -que estaban presentes alli- y no podia tomar la decision de hacer morir a los de otro. ?Es dificil imaginar un alegato mas torpe! Poco importa, los demas romanos, debidamente aleccionados por el Emperador, se pronunciaron con el contra la muerte. Fueron los unicos. Como al final de un combate de gladiadores, no tarde en ver todos los pulgares apuntando hacia el suelo. El procurador Volumnio, los principes sirios, los cortesanos de Jerusalen y desde luego Peroras y Salome, todos por necedad, odio o calculo -una cosa no excluia la otra- votaron la muerte.

»Con el corazon destrozado por el pesar y la tristeza, hice llevar a mis hijos a Tiro, donde embarque con ellos rumbo a Cesarea. Estaban condenados. Yo podia indultarles. En verdad, habia dos hombres dentro de mi, y aun siguen existiendo en este momento en que os hablo: un soberano inexorable que solo obedece a la ley del poder… Conquistar el poder, conservarlo, ejercerlo, es una sola y unica accion, y eso no se hace inocentemente. Y habia tambien un hombre debil, credulo, emotivo, miedoso. Este esperaba aun, contra toda esperanza, que sus hijos se salvarian. Fingia ignorar la presencia temible de su doble, su obstinada voluntad de poder, su rigor implacable. El navio nos aislaba del mundo y de sus vicisitudes, bordeando el golfo que limita Siria con Judea, ante la verdosa colina del Carmelo. Me decidi a hacerles subir a cubierta. Era el padre quien les llamaba. Al verles ante mi comprendi que seria el rey quien les recibiria. En efecto, apenas les reconoci bajo la clamide negra de los condenados, con el craneo afeitado, llevando los estigmas de los interrogatorios que habian sufrido. La maquina judicial habia efectuado su obra. La metamorfosis era irreversible: dos jovenes aristocratas brillantes y despreocupados habian desaparecido definitivamente para ceder su lugar a dos conspiradores parricidas que habian marrado el golpe. La gracia de la juventud y de la dicha se habia borrado ante la mascara patibularia del crimen. No pude decirles ni una sola palabra. Nos miramos mientras un muro de silencio cada vez mas espeso se levantaba entre ellos y yo. Finalmente ordene al centurion que los custodiaba: "?Llevatelos!". Volvio a bajarlos a la cala, y ya no les vi nunca mas.

»Desde Cesarea hice que les condujesen a Sebaste, donde les esperaba el verdugo. Murieron estrangulados, y sus cuerpos reposan en la ciudadela de Alexandrion, al lado del de Alejandro, su abuelo materno. Su oracion funebre atroz e irrisoria, como su vida y su muerte, la pronuncio el emperador Augusto diciendo al recibir la noticia de su ejecucion: "En la corte de Herodes es mejor ser un cerdo que ser principes herederos, porque al menos alli se respeta la prohibicion de comer cerdo".

»La desaparicion de sus dos hermanastros dejaba el campo libre a Antipater. Yo esperaba que se transformase en el sentido del apaciguamiento, de la plenitud. Ya no podia dudar que iba a ser rey. En parte lo era ya a mi lado. Despues de mi era el hombre mas poderoso del reino. ?Acaso una vez mas la proximidad del poder ejercio su accion corruptora? Con horror asisti a la descomposicion de un hombre en el que habia puesto todas mis esperanzas.

»La primera alerta se refirio a mis nietos. Toda la dureza que habia tenido que demostrar con Alejandro y Aristobulo, dentro de mi corazon se convirtio en ternura para con sus huerfanos. Alejandro tenia dos hijos de Glafira: Tigranes y Alejandro. Aristobulo tenia tres hijos de Berenice: Herodes, Agripa y Aristobulo, y dos hijas, Herodias y Mariamna. En total, pues, siete nietos, cinco de los cuales eran varones, todos evidentemente de sangre asmonea. Pero cual no seria mi horror cuando la policia me puso en guardia contra los sentimientos de miedo y de odio que Antipater albergaba en su corazon para con la progenie de Mariamna. Se referia a ellos como "el nido de serpientes", y afirmaba a quien queria oirle que no podria reinar a la sombra de aquella amenaza. Asi, la espantosa maldicion que pesa desde hace medio siglo sobre la alianza de los idumeos y de los asmoneos iba a perpetuarse despues de mi muerte.

»Y eso no era todo. Cuando hablaba de "hacer limpieza", estaba claro que pensaba antes que nadie en mi. Me contaron el lamento que habia exhalado ante un testigo: "?Nunca reinare! ?Fijaos, yo ya tengo los cabellos grises, y el se tine los suyos!". Hasta mis enfermedades contribuian a irritarle, porque le exasperaba comprobar que siempre me recuperaba despues de sentirme postrado. La verdad es que desde la muerte de sus hermanos ponia menos interes en fingir, se abandonaba a una imprudente franqueza, y yo le descubria de dia en dia en toda su negrura. Cuando la tormenta se acumulaba sobre las cabezas de Alejandro y de Aristobulo, Antipater se mantenia siempre a distancia, observando aparentemente una neutralidad tenida de benevolencia para con sus hermanastros. Era la diplomacia en persona. Pero ahora yo descubria que bajo esa reserva no habia perdonado ningun medio de perderles. Desde el primer dia fue el quien manejo los hilos y tendio las trampas en las que debian perecer. Pronto mi resentimiento contra el ya no tuvo limites.

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