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La Joven De Las Rosas - Kretser Michelle de - Страница 40


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Le besa los parpados.

Piensa en gaviotas.

Ella tiene uno de esos bonitos y pequenos armarios con elaboradas incrustaciones en las puertas, que se abren dejando ver unos cajones; sin duda, la marqueteria oculta un compartimiento secreto. A ella le gustan los objetos que invitan a la intimidad y crean privacidad; le presta dividir su habitacion con un biombo chino, un tapiz de seda, un nicho empapelado. En su vida tambien hace un corte: su matrimonio, el futuro, esos temas son territorio prohibido y acordonado, donde no tolera que nadie entre.

Claire sabe que America no es como la isla donde Pablo y Virginia se aman castamente, en armonia con la naturaleza. Pero a lo largo de la borrosa frontera entre el sueno y la vigilia, todos los edenes convergen.

– Dime -dice, tratando de evitar que se tuerzan las cosas-, ?como es el Nuevo Mundo? -Viendo mariposas del tamano de la palma de su mano, olas bordeadas de encaje junto a la cinta de la orilla.

– Mas amplio -responde el.

Los ojos de ella se abren de golpe. El habla con apremio en la fragante oscuridad.

– Debemos ser sinceros. Debemos hablar de… todo.

Ella le desliza una mano por debajo de la camisa.

10

Como era de esperar, nadie hablaba de otra cosa que del asesinato de Marat cometido por una joven llamada Charlotte Corday.

– Dicen que es tan guapa -dijo la mujer sentada al otro lado de Isabelle- que ningun hombre que la ve puede evitar enamorarse de ella.

– Sospecho que el tribunal sera inmune.

– Dicen -bajando la voz- que tuvo un hijo suyo. Que lo estrangulo en el parto.

Otra mujer se volvio.

– Bobadas. Es una virgen criada por monjas. Seguramente le empujaron a hacerlo.

– Si hubiera sido una joven respetable, ?no habria esperado a que el saliera del bano y se vistiera? Eso demuestra que es inmoral.

– Dicen que le gustan los gatos.

– Era un cuchillo de cocina corriente, ?sabes? Con una hoja de doce centimetros.

Una campana llamo al orden a las catorce Mujeres Republicanas. Se reunian una vez cada quince dias en una habitacion de techo bajo encima de una panaderia. Hasta hacia poco la habitacion habia servido para almacenar harina, y todavia habia sacos amontonados en una esquina. Un polvo blanco y fino se posaba en los pliegues de las faldas de las mujeres, y escapaba en fantasmagoricas rafagas cuando se sacudian el pelo por la noche.

Su presidenta, una mujer dinamica y eficiente llamada Suzanne Lambert, no perdio tiempo en frivolidades; casada con un actor, habia adquirido la implacabilidad de ir al grano.

– Queridas amigas, ayer recibi una carta del Comite Central informandome que tenemos hasta finales de mes para disolver nuestra asociacion. A partir de esa fecha, las Mujeres Republicanas estaran formalmente proscritas. Si continuamos reuniendonos desafiando la orden, seremos arrestadas y juzgadas. -Hizo una pausa. El hablar teatral, pese a todas sus desventajas, era util a la hora de pronunciar un discurso. Cuando se hubo apaciguado el revuelo, prosiguio-: Creo que es razonable deducir que nos han declarado a todas culpables del crimen cometido por Charlotte Corday. Sin embargo, la razon que alega el comite es que las asociaciones como la nuestra «promueven la desunion y la discordia a costa del interes nacional».

Una mujer sentada en primera fila pregunto si el comite tenia autoridad para disolver la asociacion. Mademoiselle Lambert se encogio de hombros.

– La culpa de todo la tiene esa chica -siseo la vecina de Isabelle-. No han parado de preguntarle los nombres de sus complices, y ella sigue insistiendo en que las mujeres son capaces de actuar de manera independiente.

– La carta concluye recordandonos que los jacobinos han votado recientemente la admision de mujeres en sus reuniones en calidad de observadoras, no de miembros, por supuesto. Se nos insta a aprovechar la oportunidad de «henchirnos de orgullo ante la oratoria y astucia politica» de nuestros maridos. -Mademoiselle Lambert sonrio sombria-. Estoy segura de que todas reconoceis ese estilo de editorial. La nota nostalgica tal vez puede atribuirse a un incidente que no encontrareis en Le Citoyen: Anne Mercier ha dejado a su marido y esta tramitando el divorcio.

– No me sorprende -susurro Isabelle a Sophie-, el debio de henchirse demasiadas veces para que ella siguiera fingiendo que no se daba cuenta.

La mujer del panadero tenia una opinion poco favorable de los hombres. Informada del destino de las Mujeres Republicanas, envio arriba sus condolencias junto con una bandeja de merengues de canela recien hechos. Ella no tenia paciencia para la politica, pero ?que dano hacian esas jovenes? El panadero, a quien habia sido dirigida la pregunta, se corto otro trozo de queso. El, por su parte, estaba harto de toparse con mujeres desconocidas por las escaleras; ?y si a una de ellas le daba por asesinarlo en el bano? Veia la escena: el, todo enjabonado, en una situacion de terrible desventaja, mientras una vieja bruja vestida de escarlata se le echaba encima con un hacha. Mastico sin parar con la vista clavada en el plato, felicitandose por haber escapado por los pelos.

11

Era diciembre, piensa Saint-Pierre, dos o tres dias antes de Navidad. Recuerda haber abierto una ventana y que una linea de nieve se desplomo hacia dentro, sobre la repisa; pero eso podria haber sido en otra ocasion. El habia permanecido junto a su abuela, apoyado contra esa misma mesa, mientras ella le ensenaba a hacer cruchade. Medio siglo despues, el sigue ansiando su tibia y dulce suavidad.

Sus hijas mayores arrugaban la nariz al ver la cruchade, pero a su nieto le encantaba y Mathilde no era del todo inmune. Un plato para ninos y ancianos. Un plato de invierno, poco apropiado para pleno verano. Pero Berthe, por supuesto, lo habria servido si se lo hubiera pedido. No lo habia hecho, por tres razones: disfrutaba preparandolo el, creia que su version era superior a la de Berthe y no queria verse obligado a compartirlo.

La mezcla de harina de maiz, leche y un poco de mantequilla se ha cocido despacio, hasta adquirir la consistencia adecuada. La saca, la extiende sobre un trapo de cocina y sopla para que se enfrie antes.

La casa por la noche suspira y se mueve hasta asentarse con un crujido. Por la ventana de la cocina ve una luna blanca sesgada.

Habiendo abandonado a Mathilde en pos de los olores procedentes de la cocina, Brutus bosteza -tiene el paladar rosa con pintas negras, una imagen desagradable- y se instala en el sitio donde Saint-Pierre seguro que tropezara con el. Cuando eso ocurre, aguanta los reproches sin inmutarse y hasta es capaz de lamer la mano vengadora de Saint-Pierre, y se tumba clavando su mirada amarilla en la mesa. En las baldosas se forma gradualmente un pequeno charco de esperanzada baba.

No logra dar con el armagnac, de modo que se sirve un vaso del licor de ciruela de Berthe. No puede resistir partir una esquina de la cruchade en proceso de solidificarse. Arquea las cejas con anticipacion.

Se ha presentado un testigo. Afirma que Luzac le pago para que silenciara a un hombre llamado Durand. El tal Durand iba por las tabernas jactandose de trabajar para el alcalde y haber tenido un papel instrumental en las matanzas de la prision, de modo que al testigo no le sorprendio que Luzac quisiera quitarlo de en medio. Espero a que Durand bajara tambaleandose por los muelles una brumosa noche de noviembre, con la intencion de abrirle la cabeza con una barra de hierro. Con la asombrosa suerte del borracho, Durand se tambaleo en el momento crucial y el golpe apenas le rozo la cabeza; pero resbalo en la piedra mojada, perdio el equilibrio y cayo de espaldas al rio.

A la pregunta de por que habia decidido romper de pronto el silencio, el testigo, un cardador sin empleo llamado Mazel, replico virtuoso que su conciencia no le habia dado descanso desde que habian sacado del rio el cadaver de Durand. Ademas, anadio levantando la mirada a traves de pequenas y gruesas pestanas, Luzac le habia dicho sin rodeos que sospechaba que Durand estaba involucrado en actividades contrarrevolucionarias. Dado que el mismo era el enemigo jurado de tantos traidores, no habia tenido escrupulos acerca del destino de Durand. Por aquel entonces creia, como el resto de Castelnau, que Luzac era un buen republicano y revolucionario. «?Quien era yo, pobre ignorante, para poner en tela de juicio lo que decia el?»

No era una historia inverosimil. Sin embargo, a Saint-Pierre le preocupaban varios aspectos, y repaso con Chalabre sus objeciones. Para empezar estaba la reputacion del testigo: Mazel habia estado varias veces en la carcel por diversos delitos menores desde su adolescencia, la policia lo conocia como ladron y embustero. ?Podia tener algun valor su palabra? Mas aun, Mazel era como una rata enclenque; ?por que iba a escogerlo Luzac para deshacerse de Durand, que habia sido alto y robusto? Y si por descabellada casualidad Mazel decia la verdad, ?donde estaba el dinero? El cardador era incapaz de ensenar un solo sou de la pequena fortuna que supuestamente habia recibido, afirmando que habia perdido casi todo jugando a las cartas y despilfarrado el resto en bebida y mujeres. Sin embargo, el hombre al que Saint-Pierre habia enviado para hacer averiguaciones en ciertos establecimientos, informo que todos los conocidos de Mazel habian negado que este hubiera dado muestras de haber dispuesto recientemente de dinero.

Chalabre oyo con cortesia los recelos de Saint-Pierre, asintiendo con la cabeza.

– Si, si, ciudadano Saint-Pierre, le felicito por la perspicacia de sus observaciones. No dudo que una investigacion mas rigurosa descubrira que Mazel ha tergiversado los hechos por malicia o estupidez, una criatura asi es incapaz de contar con franqueza lo ocurrido. Tal vez tiene un complice, tal vez ha escondido el dinero para evitar tener que entregarlo. Pero estas son cuestiones que pueden esperar hasta el juicio, ?no le cree?

– Y lo mas peculiar del asunto: ?por que Mazel esta confesando un delito tan serio como este? Esa bobada de que le remuerde la conciencia salta a la vista que es mentira.

– Estoy de acuerdo en que es sorprendente. Pero todo el mundo sabe que nuestro ex alcalde y su circulo han expresado su apoyo a los diputados que fueron arrestados en Paris el mes pasado, lo que equivale a decir a traidores. Y ellos no han ocultado sus deseos de cerrar nuestro club, ahora que ya no es su asociacion de caballeros. De acuerdo, Mazel es un personaje absolutamente desagradable en casi todos los sentidos, pero ello no implica necesariamente que sea un mal patriota. Podria sentirse traicionado por hombres como Luzac.

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