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La Joven De Las Rosas - Kretser Michelle de - Страница 12


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– Si la Sociedad Fraternal desea admitir mujeres, es muy libre de hacerlo. Pero una cosa es un club y otra muy distinta una coleccion de faldas. Dejemos que hagan frufru en otra parte.

Entre carcajadas, la propuesta fue derrotada por abrumadora mayoria.

Al cierre de la reunion formal, los lacayos volvieron a la sala. Mas vino. Canciones. Mas vino.

Ricard estaba alli, haciendole senas.

Se marchaban cuando el ex marques se subio de un salto a una mesa y dirigio el coro:

Ah! Ca ira! Ca ira! Ca ira!

Les aristocrates, on les pendra!

Las estrellas cruzan a medio galope los cielos negros aterciopelados. Le llega la musica de las esferas.

Canta con ella: Ah! Ca ira! Ca ira! Ca ira!

Ricard lo tranquiliza.

– Calma, calma.

Una niebla baja se ha levantado sobre el rio y empieza a deslizarse por encima del parapeto hasta la calle. Estan sentados en lo alto de las escaleras. Sus pies y espinillas han desaparecido, envueltos en la niebla. El los senala a Ricard, riendo. Este asiente, sigue llenando su pipa.

Al cabo de un rato las cosas se apaciguan.

Joseph bosteza ruidosamente.

– ?El dolor de cabeza que le espera manana, doctor! Tiene suerte de que Luzac tenga un gusto tan impecable en vino o el pronostico seria peor.

Lo dice alegremente, pero Joseph cree detectar desaprobacion. Repara en que su companero parece totalmente sobrio. Aunque con esa mole por cuerpo, Ricard podria beber mas que nadie sin que se le notara en absoluto. ?Hay algun carnicero delgado?, se pregunta. Recordando la carne prieta, los densos huesos.

– Me alegra que se haya sentido tan a gusto en el club. Tambien puede resultarle util, ?sabe? Cuando nuestros amigos burgueses se sientan indispuestos, o a sus mujeres les de por criticar a sus medicos, puede que se planteen mandarle llamar.

– Puede. -El mas bien lo duda.

– Me he encargado de elogiarle profesionalmente cuando he podido…

– Es muy amable de su parte -dice el, conmovido.

– … de modo que, en futuras ocasiones, seria aconsejable mantener la cabeza despejada. -La cazoleta de la pipa brilla al cobrar vida-. Un medico aficionado a la bebida no puede decirse que inspire confianza.

El abre la boca para protestar. Pero Ricard se le adelanta, poniendose de pie y ofreciendole una mano para ayudarle a levantarse.

– Es tarde. Necesita dormir. Y yo tengo que estar en pie a las cinco.

En el puente, el carnicero le estrecha la mano y la sostiene entre las suyas.

– Muy habil de su parte proponer una cuota mensual. Bien jugado, amigo mio.

El vaga entre las sombras hasta que en la otra orilla aparece la lucecita naranja. Luego levanta una mano que sabe que Ricard no puede ver.

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Junio engendra rosas.

Rosas de color carmesi cuando son capullo y que al abrirse revelan petalos del mas palido rosa.

Rosas de toda la gama de blancos: marfil, crema, pergamino, tiza, nieve, leche, perla, hueso.

Rosas con flores globulares que se balancean, del tamano de una taza de te.

Rosas purpureas veteadas de frambuesa y lila pizarra.

Rosas purpureas que se decoloran en un violeta grisaceo.

La rosa Alba, la primera rosa blanca, es de un blanco puro, muy limpio. Puede ser sencilla (es decir, de cinco petalos), semidoble o doble. En el jardin de Sophie se encuentra de las tres formas. El arbusto crece con fuerza tanto al sol como a la sombra; es un espectaculo esplendido cuando se le permite trepar por las paredes y rara vez es presa de moho. Las flores despiden un aroma embriagador, sobre todo por la noche o despues de llover.

La rosa del Boticario tiene los petalos de color rojo palido y las anteras amarillo brillante. En Provins, al sudeste de Paris, prospera toda una industria en torno a esta rosa: aceites, esencias, conservas, polvos, jarabes. Famosa por la intensidad de su fragancia, es alabada por el pueblo, la medicina y la historia, venerada por sus propiedades curativas, sedantes y afrodisiacas.

Estas rosas se abren del todo y sus petalos se curvan hacia atras.

Tambien hay rosas curvadas hacia dentro cuyo centro esta dividido en cuatro partes, como una corona.

La Celsiana es una rosa de especial elegancia, sostiene Sophie. Las ramas se arquean bajo el peso de sedosas flores de tono rosa calido que crecen apinadas. Sus capullos son de un rojo rosaceo, un contraste muy vivo con las flores abiertas.

Las rosas Conditorium brotan sueltas, como alborotadas, despiden un aroma maravilloso y son de un color magenta que se intensifica volviendose purpureo segun avanza la estacion. Son las flores que Sophie tiene en la mesilla de noche, a traves de cuya fragancia ella huye durante las largas noches de verano, acostada en la cama con las persianas entornadas.

Una rosa de petalos finos como el papel, de un rosa intenso veteado de morado y lila.

Rosas a rayas rojas y blancas.

Pequenas rosas de tono rosa oscuro.

La rosa de Provenza o de Berza tiene cientos de petalos. Crece como arbusto de ramas caidas, cargadas de flores que se balancean. Sus hojas son grandes, toscas, profundamente serradas.

Hay rosas arrugadas.

Rosas rosadas como un rubor, con manchas rojas.

El rosal Robert le Diable puede acabar siendo un estorbo en el jardin. Se trata de un arbusto decididamente languido, por lo que es preciso arrimarlo a otros, y es muy espinoso. Pero florece tarde, proporcionando una nota de color al final de la estacion, y sus petalos violetas estan salpicados de color guinda y escarlata. Mas tarde se decolora en un gris paloma muy suave. Sophie tiene debilidad por el.

La rosa de Azufre es la unica rosa amarilla que conocen los jardineros europeos y, por consiguiente, muy preciada. Sophie, perversamente, no la tiene en gran concepto. Sus grandes flores dobles de color amarillo pueden ser bonitas, pero no es una planta resistente, sucumbe facilmente a las heladas o la enfermedad.

Luego estan las rosas de Damasco de Verano y Otono. Tupidos y resistentes arbustos de hojas aterciopeladas verde palido y flores muy aromaticas. Al contemplarlas Sophie ve patios, ruisenores, agua fria corriendo por azulejos azul celeste. Cuenta la leyenda que cuando Saladino recupero Jerusalen de los cruzados, mando traer quinientos camellos cargados de rosas de Damasco para purificar la mezquita de Omar, que habia servido de iglesia al infiel.

Hay rosas que crecen en grupos y rosas solitarias en el extremo de canas arqueadas.

Rosas de tallo corto y cubierto de musgo.

Rosas tipo borla.

Rosas de una blancura irreprochable, dobladas en torno a un diminuto ojo verde.

Los gruesos petalos de color purpureo rojizo de la rosa de la Toscana, una variedad muy antigua, evocan el intenso brillo del terciopelo; de hecho, tambien se la conoce como rosa de Terciopelo. Un purpura mas intenso se extiende por las flores a medida que envejecen. Al arbusto le salen sierpes, de modo que hay que podarlo drasticamente en verano.

Hay rosas lilas salpicadas de rosa.

Rosas que huelen a canela. A mirra, limon, balsamo, almizcle.

Rosas que huelen a rosas.

Muchas rosas. Uno hubiera creido que satisfarian a cualquiera.

Pero Sophie, tensa como un gato, merodea por el jardin atestado de rosas y solo ve lo que no hay en el:

Rosas de color rojo oscuro.

Rosas imposibles.

En la Europa del siglo XVIII, las rosas carmesies no existian. Las habia purpura, por supuesto, y rosaceas, y de un rosa fuerte y suntuoso revestido de tonos ciruela y morado.

Ninguna le sirve.

Regado, alimentado, mimado, protegido contra las heladas y nutrido de sol, el deseo ha echado raices en Sophie y le estan saliendo gruesos capullos.

No pensare en el, piensa Sophie, comiendo petalos de rosa. No pensare en el sentado con una pierna estirada, observando a Claire por encima de su libro, no pensare en su olor a limpio, ni en esa cicatriz curvada de su antebrazo, me centrare en las rosas.

6

– ?Espera!

Espero, babeando exageradamente, la mirada clavada en Mathilde. Cuando ella bajo la mano, se precipito con un repiqueteo de garras hacia el bol que ella habia dejado en el suelo.

– A la hora de comer es el unico momento que obedece. Es mas interesante cuando se comporta libremente.

– Pocos te darian la razon en eso. Pero ese es el destino de todas las mentes originales. -Stephen, a distancia prudencial, se palpaba el bolsillo en busca de su pipa cuando recordo que habia renunciado a ella por considerarla perjudicial y se habia pasado a los puros-. Me recuerda a uno de esos terribles idolos rechonchos ante los que se postran los hombres que hacen espantosas promesas.

Observando a su idolo con afecto, Mathilde opto por pasar por alto el comentario.

– ?Que le das de comer? ?Los corazones palpitantes de sus victimas? ?Los higados aun tibios?

– Hoy cola de buey con un poco de grasa extra, mezclada con zanahorias cortadas muy finas…

– No se por que, pero no asocio a Brutus con verduras.

– Las zanahorias previenen el reumatismo, como todo el mundo sabe.

Brutus, limpiando el cazo a lametones, lo empujaba por el patio. El metal chirriaba de forma desagradable sobre la piedra. Al llegar a los pies de Stephen, tras cerciorarse de que el cazo estaba realmente vacio, levanto la mirada lamiendose su hocico negro y caido. Stephen retrocedio rapidamente hasta los escalones de la cocina.

– Deberias ofrecer a la Asamblea los servicios de Brutus. Un vistazo al animal comiendo bastaria para hacer entrar en razon al contrarrevolucionario mas duro. ?Te has dado cuenta de que tiene particulas verdes en la lengua? Aunque no se por que, te prevengo de la presencia de lo que podria ser una enfermedad mortal.

– Bobo. -Ella rio-. Mezclo perejil con su comida para que tenga el aliento fresco. Lo que hace que todo el huela bien. ?No has notado lo bien que huele?

– No.

– Menos cuando se encuentra un animal muerto y se revuelca encima. Pero eso no cuenta.

– Por supuesto que no.

– Entonces huele mejor que Hubert.

Rieron por lo bajo, como conspiradores.

– Rinaldi me dijo que debia darle de comer. Y no se equivoco. Brutus nunca se pone enfermo.

– ?Rinaldi?

– El buhonero. Te hablamos de el el verano pasado.

– Ah, el hombre de las rosas que ha viajado por Oriente. ?Tambien entiende de perros?

– De toda clase de animales. Creo que vivio con gitanos… es posible que el mismo tenga sangre gitana. Me regalo a Brutus.

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