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Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan - Страница 75


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—Acabo de incumplir tu gran norma: desde este instante mi boca ya no es tuya.

El gesto de Eric es indescriptible. Se que no esperaba eso de mi. Y ante la expresion alucinada de Bjorn, explico:

—Te lo voy a facilitar. No hace falta que me eches, porque ahora la que se va soy yo. Recogere todas mis cosas y desaparecere de tu casa y de tu vida para siempre. Me tienes aburrida. Aburrida de tener que ocultarte las cosas. Aburrida por tus normas. ?Aburrida! —grito. Pero antes de salir y con la respiracion entrecortada siseo—: Solo te voy a pedir un ultimo favor: necesito que tu avion me lleve a mi, a Susto y a mis cosas hasta Madrid. No quiero meter a Susto en una jaula en la bodega de un avion y...

—?Por que no te callas? —maldice, furioso, Eric.

—Porque no me da la real gana.

—Chicos, por favor, serenaos —pide Bjorn—. Creo que estais exagerando las cosas y...

—He estado callada —prosigo, obviando a Bjorn y mirando a Eric— cuatro dias y a ti no te ha importado lo que yo pudiera pensar o sentir. No te ha importado mi dolor, mi furia o mi frustracion. Por lo tanto, no me pidas ahora que me calle porque no lo voy a hacer.

Bjorn, alucinado, nos observa, y Eric murmura:

—?Por que estas diciendo tantas tonterias?

—Para mi no lo son.

Tension. Nos miramos airados, y mi aleman pregunta:

—?Por que te vas a llevar a Susto?

Enardecida, me acerco a el.

—?Que pasa, vas a luchar por su custodia?

—Ni el ni tu os vais a ir. ?Olvidate de ello!

Tras su grito, levanto el menton, me retiro el pelo de la cara y musito:

—De acuerdo. Ya veo que no me vas a ayudar en lo referente a tu punetero jet privado. ?Perfecto! Susto se queda contigo. Ya encontrare la manera de llevarmelo porque me niego a meterlo en la bodega de un avion. Pero que sepas que yo el domingo ?me voy!

—Pues vete, ?maldita sea! ?Marchate! —grita, descontrolado.

Sin mas, salgo del despacho mientras siento que de nuevo tengo el corazon partido.

Por la noche duermo en mi cuartito. Eric no me busca. No se preocupa por mi, y eso me desmotiva total y completamente. He cumplido su objetivo. Le he facilitado que no fuera el quien me echara de su casa y de su vida. Tumbada en la mullida alfombra junto a Susto, miro por la cristalera mientras soy consciente de que mi bonita historia de amor con este aleman se ha acabado.

Al dia siguiente, cuando Eric se marcha a trabajar, estoy molida. La alfombra es la bomba, pero tengo la espalda destrozada. Cuando entro en la cocina, Simona, ajena a mi pena, me saluda. Tomo el cafe en silencio, hasta que le pido que se siente a mi lado. Cuando le cuento que me marcho, su rostro se contrae y, por primera vez en todo el tiempo que llevo aqui, veo a la mujer llorar con desconsuelo. Me abraza, y yo la abrazo.

Durante horas recojo todas las cosas que hay mias por la casa. Guardo fotos, libros, CD en cajas, y cada vez que cierro una con cinta, el corazon se me encoge. Por la tarde, quedo con Marta en el bar de Arthur, y cuando le digo que me marcho, sorprendida, dice:

—Pero ?mi hermano es imbecil?

Su expresividad me hace sonreir y, tras tranquilizarla, murmuro:

—Es lo mejor, Marta. Esta visto que tu hermano y yo nos queremos mucho, pero somos totalmente incapaces de arreglar nuestros problemas.

—Mi hermano y tu, no. ?Mi hermano! —insiste ella—. Conozco a ese cabezon, y si tu te vas es, seguro, porque el no te lo ha puesto facil. Pero te juro por mi madre que me va a oir. Le voy a poner verde por ser como es. ?Como puede dejarte ir? ??Como!?

Frida se suma a nuestro duelo y, durante horas, charlamos. Nos consolamos mutuamente, mientras Arthur se acerca a nosotras para traernos bebidas frescas. No sabe que nos pasa. Lo unico que sabe es que tan pronto lloramos como reimos.

De pronto, recuerdo algo. Miro el reloj. Es viernes, y son las siete y veinte.

—?Sabeis donde esta la Trattoria de Vicenzo?

—?Tienes hambre? —pregunta Marta.

Niego con la cabeza y les comento que a esa hora se que Betta estara en ese lugar.

—?Ah, no! —dice Frida al ver mi mirada—. ?Ni se te ocurra! Si Eric se entera se enfadara mas y...

—?Y que? —pregunto—. ?Que importa ya?

Las tres nos miramos y, como brujas, nos partimos de risa. Nos montamos en el coche de Marta y veinte minutos despues estamos frente a ese lugar. Entre risas, urdimos un plan. Esa Betta se va a enterar de quien es Judith Flores.

Cuando entramos en el bonito restaurante, escaneo el local en busca de ella. Como imaginaba, esta sentada a una mesa con varias personas. Durante un rato la observo. Parece encantada y feliz.

—Judith, si quieres, lo dejamos —susurra Marta.

Yo niego con la cabeza. Mi venganza se va a completar. Camino con decision hasta la mesa, y Betta, cuando nos ve a las tres, se queda blanca. Yo sonrio, y le guino un ojo. Para mala, ?yo! Cuando estamos a su lado, Frida dice:

—Hombre, Betta. ?Tu aqui?

—?Vaya, vaya, que casualidad! —digo, riendo, y Betta se descompone.

Todos los comensales que hay a la mesa nos miran, y yo me presento.

—Soy Judith Flores, espanola como Betta. —Todos asienten, y murmuro con una sonrisa encantadora y angelical—: Encantada de conocerlos.

Los comensales sonrien, y sin perder tiempo, pregunto:

—Un pajarito me ha dicho que hoy alguien te iba a preguntar algo importante. ?Es cierto que te han pedido matrimonio?

Con una descolocada sonrisa, asiente, y su prometido, un hombre entradito en anos, afirma, feliz:

—Si, senorita. Y esta preciosidad ha dicho que si. —Y cogiendole la mano, anade—: De hecho, mi madre le acaba de dar el anillo de pedida de la familia, una verdadera joya.

Los invitados aplauden, y Marta, Frida y yo tambien. Todos sonrien mientras nos ofrecen unas copas de champan y, encantadas de la vida, las aceptamos y bebemos. Nos hacen hueco. Nos sentamos con ellos a la mesa, y Betta me observa. Yo sonrio y, mirando al futuro marido de ella, digo:

—Raimon, ella si que es una joya..., una autentica joyita.

El hombre asiente, orgulloso, y, divertida, junto a mis dos compinches, los animamos a que todos griten: «?Que se besen!»

Betta me mira furiosa y, yo, encantada, aplaudo hasta que por fin se besan. Cuando lo hacen, cabeceo, y con una angelical voz, vuelvo a preguntar:

—?Y quien es el primo Alfred?

Un joven de mi edad levanta la mano, y mirandolo, pregunto:

—?Le has dicho a Raimon que tu te acuestas con Betta tambien? Creo que merece saberlo, aunque todo quede en familia.

Las caras de todos cambian. Raimon, el novio, se levanta y pregunta:

—?Como dice, joven?

Con pesar, asiento. Toco en el hombro al pobre Raimon, me levanto y cuchicheo:

—Vamos, Alfred, ?cuentaselo!

Todos miran al abochornado joven, y Frida insiste:

—Venga, Alfred..., es tu primo. Es lo minimo que puedes hacer.

Betta esta roja. No sabe donde meterse mientras los que iban a convertirse en sus suegros le exigen que les devuelva el anillo de la familia. Encantada por ver aquello, miro al descolorido Raimon y murmuro:

—Se que es una putada lo que te estoy contando, pero a la larga me lo vas a agradecer, Raimon. Esta joyita solo se casa contigo por tu dinero. En la cama, no le pones nada y se acuesta con media Alemania. Y antes de que lo preguntes, si, lo puedo demostrar.

Fuera de si, Betta se levanta y grita mientras la madre de Raimon le estira del dedo para recuperar su anillo:

—?Mentira, eso es mentira! ?Raimon, no la escuches!

Marta, que ha estado callada hasta este instante, sonrie con malicia y apunta:

—Betta..., Betta..., que te conocemos. —Y mirando a los comensales, anade—: Mi hermano se llama Eric Zimmerman, salio con ella un tiempo, pero la dejo cuando la encontro con su propio padre retozando en la cama. ?Que les parece? Feo, ?verdad?

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