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Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan - Страница 63


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Eric rie. Le encanta ver el buen rollo que hay ultimamente entre su sobrino y yo. Con dulzura, dejo que me bese sin mostrar mis pies. Le doy un beso en los labios.

—?Como esta el agua? —pregunta.

—?Estupenda! —decimos al unisono Flyn y yo.

Encantado, toca la cabeza mojada de su sobrino y, antes de salir por la puerta, indica:

—Poneos un banador si quereis seguir en el agua.

—Vamos, carino. ?Animate y ven!

Iceman me mira, y antes de desaparecer por la puerta, contesta con gesto cansado:

—Tengo cosas que hacer, Jud.

En cuanto Eric cierra la puerta, nos sentamos en el borde de la piscina. Rapidamente, nos quitamos los patines y los escondemos en un armario que hay al fondo.

—Ha faltado poco —murmuro, empapada.

El pequeno rie, yo tambien, y sin mas nos volvemos a tirar a la piscina. Cuando salimos una hora despues de ella, Flyn se agarra a mi cintura.

—No quiero que te vayas nunca, ?me lo prometes?

Emocionada por el carino que el nino me demuestra, le beso en la cabeza.

—Prometido.

Esa tarde, Flyn se marcha a casa de Sonia. Segun el, tiene cosas que hacer. Su secretismos me hacen gracia. Eric esta serio. No esta enfadado, pero su gesto me demuestra que le ocurre algo. Intento hablar con el y al final consigo saber que le duele la cabeza. Eso me alarma. ?Sus ojos! Sin decir nada se va a descansar a nuestra habitacion. No lo sigo. Quiere estar solo.

Sobre las seis de la tarde, Susto, aburrido porque Flyn se ha llevado a Calamar, me pide a su manera que vayamos a dar su paseo. Eric ya ha salido de nuestra habitacion y esta en su despacho. Tiene mejor aspecto. Sonrie. Eso me tranquiliza. Intento que me acompane, que le de el aire. Pero se niega. Al final, desisto.

Abrigada con mi plumon rojo, gorro, guantes y bufanda, salgo al exterior de la casa. No hace frio. Susto corre, y yo corro tras el. Cuando traspasamos la verja negra, comienzo a tirarle bolas de nieve. El perro, divertido, corre y corre mientras da vueltas a mi alrededor.

Durante un buen rato, paseamos por la carretera. La urbanizacion donde vivimos es enorme y decido disfrutar de la tarde y caminar aunque ya ha anochecido. De pronto, veo un coche parado en la cuneta. Con curiosidad me acerco. Un hombre trajeado de unos cuarenta anos habla por telefono con el cejo fruncido.

—Llevo esperando la jodida grua mas de una hora. Mandela ?ya!

Dicho esto cuelga y me mira. Yo sonrio y pregunto:

—?Problemas?

El trajeado asiente y, sin muchas ganas de hablar, contesta:

—Las luces del coche.

Curiosa, miro el coche. Un Mercedes.

—?Puedo echarle un ojo a su automovil?

—?Usted?

Ese «?usted?» con sonrisita de superioridad no me gusta, pero suspiro, lo miro y respondo:

—Si, yo. —Y al ver que no se mueve, insisto—. No tiene nada que perder, ?no cree?

Boquiabierto, asiente. Susto esta a mi lado. Le pido que abra el capo, y lo hace desde el interior del coche. Una vez abierto, cojo la varilla y lo aseguro para que no se cierre. Mi padre siempre me ha dicho que lo primero que tengo que mirar cuando me fallan las luces del coche son los fusibles. Con la mirada, busco donde esta la caja de fusibles en ese modelo de coche, y cuando la localizo, la abro. Miro un par de ellos y encuentro lo que pasa.

—Tiene un fusible fundido.

El hombre me mira como si le estuviera explicando la teoria del calamar adobado.

—?Ve esto? —digo, ensenandole el fusible de color azul. El hombre asiente—. Si se fija, vera que esta fundido. No se preocupe, la luz de su coche esta bien. Solo hay que cambiar el fusible para que la bombilla del coche vuelva a funcionar.

—Increible —asiente el hombre, mirandome.

?Oh, Dios!, como me gusta dejar a los hombres boquiabiertos por estas cosas. ?Gracias, papa! Cuanto agradezco que mi padre me ensenara a ser algo mas que una princesa.

Separandome de el, que se ha acercado mas de la cuenta, pregunto:

—?Tiene fusibles?

Vuelvo a darme cuenta de que no tiene ni idea de lo que le pregunto y, divertida, insisto:

—?Sabe donde tiene la caja de herramientas del coche?

El guapo trajeado abre el porton trasero del vehiculo y me entrega lo que le pido. Bajo su atenta mirada, busco el fusible del amperaje que necesito y, tras encontrarlo, lo introduzco donde corresponde, y dos segundos despues la luz delantera del coche vuelve a funcionar.

La cara del tipo es increible. Le acabo de dejar alucinado. Que una desconocida, una mujer, se le acerque y le arregle el coche en un pispas le ha dejado totalmente descolocado. Y acercandose a mi, dice:

—Muchas gracias, senorita.

—De nada —sonrio.

Me mira con sus ojos claros y, tendiendome la mano, dice:

—Mi nombre es Leonard Guztle, ?y usted es?

Le doy la mano, y respondo:

—Judith. Judith Flores.

—?Espanola?

—Si —sonrio, encantada.

—Me encantan los espanoles, sus vinos y la tortilla de patatas.

Asiento y suspiro. Este, al menos, no ha dicho «?ole!».

—?Puedo tutearla?

—Por supuesto, Leonard.

Durante unos segundos, siento que recorre con sus claros ojos mi cara, hasta que pregunta:

—Me gustaria invitarte a una copa. Despues de lo que has hecho por mi, es lo minimo que puedo hacer para agradecertelo.

?Vaya!, ?esta ligando conmigo?

Pero dispuesta a cortar eso de raiz, sonrio y respondo:

—Gracias, pero no. Llevo algo de prisa.

—?Puedo llevarte donde me digas? —insiste.

En ese momento, Susto da un ladrido y corre hacia un coche que se acerca a nosotros. Es Eric. Su mirada y la mia se cruzan, y ?guau!, esta serio. Para el coche, se baja y, acercandose a mi, murmura tras besarme y agarrarme por la cintura.

—Estaba preocupado. Tardabas demasiado. —Despues, mira al hombre, que nos observa, y dice, tendiendole la mano—. ?Hola, Leo!, ?que tal?

?Vaya, se conocen!

Sorprendido por la presencia de Eric, el hombre nos mira y mi chico aclara:

—Veo que has conocido a mi novia.

Un silencio tenso toma el lugar, y yo no entiendo nada, hasta que Leonard, repuesto por encontrarse con Eric, asiente y da un paso atras.

—No sabia que Judith fuera tu novia. —Ambos cabecean, y Leonard prosigue—: Pero quiero que sepas que ella solita me acaba de arreglar el coche.

—Venga, ya..., si solo te he cambiado un fusible.

Leonard sonrie, y murmura mientras toca con su dedo la congelada punta de mi nariz:

—Has sabido hacer algo que yo no sabia, y eso, jovencita, me ha sorprendido.

Tension. Eric no sonrie.

—?Como esta tu madre? —pregunta el hombre.

—Bien.

—?Y el pequeno Flyn?

—Perfecto —responde Eric con sequedad.

?Que ocurre? ?Que les pasa? No entiendo nada. Al final nos despedimos. Leornard arranca su Mercedes, encience las luces y se va. Eric, Susto y yo nos montamos en el coche. Arranca, pero sin moverse de su sitio, pregunta:

—?Que hacias con Leo a solas?

—Nada.

—?Como que nada?

—Venga, va..., estaba sin luces en el coche y le he cambiado un fusible. Solo he hecho eso, no te enfades.

—?Y por que has tenido que hacerlo?

Atonita por esa absurda pregunta, murmuro:

—Pues, Eric..., porque me ha salido asi. Mi padre me ha educado de esta manera. Por cierto, ?de que lo conoces?

Eric me mira.

—Ese imbecil al que le has arreglado el coche es Leo, el que era el novio de Hannah cuando ocurrio todo y el que se desprendio de Flyn sin pensar en el.

?Las carnes se me abren!

?Ese idiota es quien no quiso saber de Flyn cuando Hannah murio? Si lo se, le arregla el fusible a ese estupido su tia la del pueblo.

Los ojos de Eric escupen fuego. Esta muy enfadado. Con frustracion por los recuerdos que esto le trae, da un golpe al volante con las manos.

—Parecias muy a gusto con el.

No quiero discutir e, intentando mantener el control, murmuro:

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