Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 41
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—Lionia —dije, con decision—. Perdona, estan llamando a la puerta. Se trata del fontanero.
Y le colgue, sin prestar atencion a sus protestas.
En general, quiero a Lionia Barinov. Incluso lo respeto. Y le puse ese apodo no por su esencia, sino por su aspecto. Es un jerbo, pequeno, renegrido, siempre asustado por algo. Escribe con mucho esfuerzo, unas pocas palabras por dia, porque siempre duda de si mismo y cree honestamente en esa idea de manual de literatura que habla de la existencia de una palabra unica, mas exacta que las demas, que expresa una idea dada, y todo consiste en esforzarse, ponerse en tension, pujar, sudar, y encontrar esa palabra unica, y solo de esa manera puedes crear por fin algo digno.
Y que hacer: tiene un gusto literario excelente, percibe al momento las flaquezas de cualquier obra, tiene un raro talento para el analisis de textos, no conozco criticos tan buenos ni entre nuestros profesionales. Y ese talento para el analisis se convierte fatalmente en su incapacidad para la sintesis, porque la fuerza del escritor, en mi opinion, no consiste en ser capaz de hallar esa unica palabra correcta para rechazar todas las que sabemos incorrectas. Pero Lionia, pobrecillo, esta todo el dia sentado, pensando hasta que le duele el cerebro, y sopesando en su balanza interior para saber si es mejor decir «ella toco apenas su mano» o «ella rozo la mano de el»... Y, desesperado, llama a Valentin en busca de consejo, y el cruel de Valentin Demchenko, sin perder un segundo, le responde con una conocida cita de Averchenko: «Ella le agarro la mano y le pregunto repetidas veces donde habia metido el dinero...». Y entonces el, angustiado, me llama; yo tampoco soy muy bueno que digamos, y lo unico que le queda es reprocharme mi groseria con voz de abatimiento.
?Pero entre nosotros hay algo que nos une! Estoy seguro de que si le leyera fragmentos de mi Carpeta Azul, el me entenderia quiza como nadie, lo asimilaria y lo aceptaria. Pero no puedo leerle nada de la Carpeta Azul. Es un charlatan, un balde agujereado, no puede callar nada. Su mayor diversion consiste en reunir datos y, a continuacion, contarselos al primero que aparece en el lugar que sea, y ademas con comentarios. Con su excelente memoria y su imaginacion tenebrosa... No, solo pensar en leerle algo de la Carpeta Azul me da terror.
Pero el me leyo fragmentos de su novela corta, de esa en la que lleva mas de un ano trabajando, donde habla de un velocista, deportista genial y hombre desgraciado. Su protagonista destroza todas las marcas en distancias hasta de un kilometro, todos lo admiran, todos lo envidian, pero nadie sabe por que bate esas marcas. Todo consiste en que cuando se encuentra sobre la pista de tartan, se despiertan en el los ciegos temores primitivos del animal que es perseguido. En cada ocasion se lanza hacia la meta olvidandose de todo lo razonable, de todo lo humano que hay en el, con un unico fin: salvar la vida a toda costa, huir y librarse de la manada de fieras que lo persigue para capturarlo, derribarlo y devorarlo vivo. Y recibe premios, fama mundial, honores, todo eso por su cobardia patologica, atavica, aunque es un hombre honesto, a quien ama una chica excelente...
Me encantan esos giros. A los redactores no les gustan, pero a mi si. No se trata de un torrido romance entre un director general casado y una tecnologa, tambien casada, sobre un fondo de metal fundido e incumplimiento del plan de fundicion.
Me sente a desayunar mientras meditaba sobre literatura, tramas y Jerbo Barinov. El ejemplo del romance torrido que acababa de inventar ocupo de repente mi imaginacion. Transcurren las decadas, se llenan de garabatos miles y miles de paginas, pero la literatura de ese tipo no nos demuestra nada, a no ser pura chapuza o, en el mejor de los casos, tierna indefension.
Lo asombroso es que ese tema existe en la realidad. Es verdad que se funde el metal, que los planes no se cumplen, y sobre el fondo de todo ello, incluso debido a todo ello, el director general, un hombre casado, se reune con una tecnologa tambien casada, y entre ellos comienza un conflicto que pasa a convertirse en un torrido romance, y surgen situaciones de miedo, se crean serios problemas morales y organizativos que maduran y estallan, hasta llegar a la comision de control...
Todo ello tiene lugar realmente en la vida, incluso con bastante frecuencia, y seguramente todo ello es digno de ser reflejado, no menos que el torrido romance de un noble holgazan con una senorita de provincias, que termina en un duelo. Pero resulta algo excesivo.
Y siempre fue excesivo, a proposito, no solo para los escritores sovieticos. Por ejemplo, Hemingway se burla de un pobre chapucero que escribe una novela sobre una huelga en una fabrica textil e intenta combinar los problemas del trabajo sindical con la pasion hacia una agitadora judia. Tecnologa casada, agitadora judia... el lenguaje humano protesta contra semejantes combinaciones cuando se habla de las relaciones entre un hombre y una mujer. «La joven transeunte corrio al cruzar el puente...»
En Camaradas oficiales,el amor transcurre sobre el fondo del trabajo de educacion politica entre el cuerpo de oficiales de un regimiento de tanques y artilleria ligera. Y esto es terrible. A causa de ello, temo su reedicion. Es que se necesita un lector especial para leer semejantes libros. Y contamos con ese lector. Quiza lo forjamos con nuestras obras, o el mismo se forjo, en todo caso los libros no duran en los mostradores de las librerias.
Bebia mi yogur liquido de pie ante la ventana. Aclaraba y hacia mucho frio. Los arboles y arbustos estaban totalmente blancos. En el edificio de enfrente se apagaban las luces; por estrechos senderos entre montones de nieve, hombrecitos negros corrian hacia la parada de autobuses. Los vehiculos pasaban a gran velocidad, algunos ya llevaban apagadas las luces de posicion.
«Por eso en nuestros tiempos no hay amor —pense de repente—. Hay romances, pero no hay amor. En nuestros tiempos no hay momentos para amar: los autobuses van repletos, hay colas en las tiendas, las guarderias estan al otro lado de la ciudad, hay que ser muy joven y despreocupado para ser capaz de enamorarse. Ahora unicamente aman las parejas de ancianos que han podido mantenerse juntos un cuarto de siglo y no se ahogaron resolviendo problemas de area de vivienda, no se embrutecieron a causa de la miriada de pequenas incomodidades, han dividido amorosamente el poder y las obligaciones. Por ejemplo, Valentin Demchenko con su Sonia. Pero entre nosotros no se considera adecuado entonar canciones a semejante amor. Y gracias a Dios. En general, no habria que cantarle a nada. Que cante Kostia Kudinov. O Trepa Nacional...»
—Pero todo esto no es mas que filosofia, ?no sera hora de ponerse a trabajar? —dije en voz alta.
Y me puse a lavar los platos. No resisto que en el fregadero haya ni siquiera un plato sucio. Para trabajar correctamente necesito que mi fregadero este limpio y vacio. Sobre todo cuando se trata de trabajar en un guion o en un articulo. Me gusta escribir guiones. De todos los trabajos literarios serviles, los que mas me gustan son las traducciones y los guiones. Quiza porque en ninguno de esos casos tengo que asumir totalmente la responsabilidad.
De todos modos, me encanta reconocer que, a fin de cuentas, quien responde por la pelicula futura es el realizador, una persona habitualmente joven, energica, que entiende perfectamente el hecho de que el cine tiene su lenguaje propio, y que lo fundamental en el cine no son las palabras que yo creo, sino las imagenes que el inventa. Y si algo no es correcto, hara un ademan y, sin preocuparse mucho, dira: «Sirve como concepcion del mundo». Y con respecto a otro de sus aforismos, «La tierra natal no se deja filmar», ?que intente filmar cuadros de una ofensiva de tanques en los Campos Eliseos! Y finalmente tendra una pelicula lograda. Claro que no sera una obra de Eisenstein ni Tarkovski, pero iran a verla, yo mismo la vere con cierto interes, porque sera realmente interesante saber que tal le saldran mis tanques a la ofensiva.
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